La homeopatía es, con toda probabilidad, una de las pseudociencias con más seguidores, en algunos países se proporcionan tratamientos homeopáticos desde el sistema de salud y, aquí en España, para vergüenza de nuestro sistema educativo público, existe una cátedra de homeopatía en la Universidad de Zaragoza y se dan cursos, a nivel de master, en la UNED.
Los postulados en los que se basa la homeopatía son: que una sustancia que provoca los mismos síntomas de una enfermedad la cura y que cuanto más diluido esté el principio activo mayor es el efecto terapeútico. La dilución es, por lo tanto, una herramienta poderosa en la farmacopea homeopática. La dilución se mide a través de una escala centesimal en el que cada unidad de la escala supone una dilución de una parte en cien. Por ejemplo, una dilución 1C supone que hay una parte de principio activo en 100 de agua, una dilución 12C supone que hay una parte de principio activo por cada 1.000.000.000.000.000.000.000.000 de partes de agua (un 1 seguido de 24 ceros).
Vamos a ver qué es lo que supone desde el punto de vista químico. Supongamos que hacemos un litro de disolución de sal común (NaCl) 1 Molar que supone disolver un poco menos de 60 gramos de sal en un litro de agua pura. Una ver obtenida esta disolución tendremos en nuestro litro unas 600.000.000.000.000.000.000.000 (un 6 seguido de 23 ceros) moléculas de NaCl. Al ir realizando disoluciones sucesivas de una parte en 100 iremos progresivamente quitándole dos ceros al número de moléculas lo que significa que cuando vayamos por 11C, habremos quitado 22 ceros y quedarán en nuestra disolución unas 60 moléculas de NaCl. En la dilución sucesiva, para llegar a 12C no quedará ninguna. Esto es, para diluciones iguales o mayores a 12C no existiría ninguna molécula de principio activo en la disolución.
Enfoquemos ahora la dilución desde el punto de vista del disolvente: el agua. El agua pura, empleada en laboratorios en la época de Hahnemann (el inventor de la homeopatía) se obtenía por destilación (simple o doble), éste método proporcionaba un agua pura de acuerdo a las capacidades analíticas de la época. En la actualidad, ademas de la destilación, se emplean otros métodos (por ejemplo, la ósmosis inversa) para la obtención de agua ultra pura y la calidad del agua como disolvente en laboratorios está sujeta a distintos estándares, siendo uno de los más empleados el ATSM D1193-06. Dicho estándar clasifica el agua en cuatro tipos (I a IV) siendo el I el agua más pura, empleada en laboratorios de investigación científica. En general, una doble destilación produciría un agua clasificable como de tipo II.
El estándar de calidad de agua de Tipo I de ATSM requiere que el contenido en Cloruros sea menor de 1 microgramo por litro (una parte por billón o ppb). Nuestra disolución original de NaCl tenía un contenido de unos 35 gramos de cloruros por litro de agua (35 millones de microgramos). Si diluimos en partes centesimales observamos que, para alcanzar un contenido de cloruros compatible con agua de Tipo I debemos realizar 4 diluciones o puesto en unidades homeopáticas, con una dilución 4C de una disolución 1M de NaCl alcanzamos el límite de pureza para aguas ultra puras de acuerdo al estándar ATSM.
Imaginemos que, en nuestro laboratorio farmacéutico tenemos un aparato de purificación que nos permite obtener un agua un millón de veces más pura que el estándar ATSM (una parte por cuatrillón) y un método de análisis que nos permita determinar esas concentraciones. En este caso, el límite de concentración de cloruros sería de un picogramo por litro. Si seguimos con nuestro proceso de dilución comprobaremos que, a partir de 7C, cada vez que diluyamos añadiremos más cloruros que los que debían quedar. Es decir, 7C es el límite químico de dilución para los cloruros con nuestro aparato de purificación de agua.
Por lo tanto, hemos visto que, en el caso del NaCl, una dilución 12C supondría que no quedaría ni una sola molécula de NaCl en la disolución resultante siempre y cuando pudieramos conseguir un agua que no introdujera impurezas en nuestro proceso de dilución. Como hemos visto, con una tecnología que permita obtener agua con una pureza un millon de veces superior a lo establecido por los estándares de pureza de agua, para una disolución de NaCl 1M, se introducen impurezas a partir de una dilución 7C. Desgraciadamente, no podemos fabricar remedios homeopáticos más potentes de 7C.
En conclusión, el planteamiento de altas diluciones de la homeopatía no sólo no tiene significado desde el punto de vista químico sinó que es imposible de realizar.
Imaginemos que, en nuestro laboratorio farmacéutico tenemos un aparato de purificación que nos permite obtener un agua un millón de veces más pura que el estándar ATSM (una parte por cuatrillón) y un método de análisis que nos permita determinar esas concentraciones. En este caso, el límite de concentración de cloruros sería de un picogramo por litro. Si seguimos con nuestro proceso de dilución comprobaremos que, a partir de 7C, cada vez que diluyamos añadiremos más cloruros que los que debían quedar. Es decir, 7C es el límite químico de dilución para los cloruros con nuestro aparato de purificación de agua.
Por lo tanto, hemos visto que, en el caso del NaCl, una dilución 12C supondría que no quedaría ni una sola molécula de NaCl en la disolución resultante siempre y cuando pudieramos conseguir un agua que no introdujera impurezas en nuestro proceso de dilución. Como hemos visto, con una tecnología que permita obtener agua con una pureza un millon de veces superior a lo establecido por los estándares de pureza de agua, para una disolución de NaCl 1M, se introducen impurezas a partir de una dilución 7C. Desgraciadamente, no podemos fabricar remedios homeopáticos más potentes de 7C.
En conclusión, el planteamiento de altas diluciones de la homeopatía no sólo no tiene significado desde el punto de vista químico sinó que es imposible de realizar.
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